LAS VERDADERAS IDEAS DE BELGRANO
Vieja costumbre la de la oligarquía local y sus esbirros de tergiversar la historia para conservar sus privilegios de generación en generación. El maestro fue Bartolomé Mitre, quien suele figurar en las academias como el introductor del método científico en la investigación de la historia, el mismo que inauguró la dependencia de la Nación a costa de eliminar caudillos en los albores de lo que también la academia llama la “organización nacional”, y el mismo que dibujó un Manuel Belgrano como parte de una clase ilustrada que había dirigido la Revolución de Mayo, con un pueblo que asistía nada más que con su fervor a la causa.
A doscientos años de la muerte de Belgrano, los pseudo seguidores de Mitre insisten en desdibujarlo y tironear de su pensamiento, resaltando su apoyo a la agricultura para reforzar la grieta que ellos mismos impusieron allá por 2008, cuando la Resolución 125 no hizo más que seguir el pensamiento del prócer, el mismo que hablaba de promover la educación, sobre todo a los más pobres, para que pudieran adquirir herramientas que les procurase su sustento. El que defendía el medio ambiente predicando que estaba mal talar los bosques indiscriminadamente. El que instaba a asistir a las mujeres, “sexo en este país, desgraciado, y expuesto á la miseria y desnudez, a los horrores de la hambre”. Seguramente, entonces, en el comienzo del siglo XXI, Belgrano habría dicho lo mismo que Cristina Fernández de Kirchner, la presidenta que hacía apenas tres meses que había asumido, cuando les preguntaba de dónde saldría el dinero para asistir a quienes lo necesitaban sino era de los que más habían acumulado.
Porque es verdad que como buen fisiócrata, Belgrano decía que la agricultura es “la única fuente absoluta e independiente de las riquezas”, pero también agregaba que era necesario que la tierra fuera propiedad de quienes la trabajaban.
Así lo escribió en El Correo de Comercio, cuando hacía menos de un mes que se había producido la Revolución: “Cuando vemos a nuestros labradores en la mayor parte llenos de miseria e infelicidad, que una triste choza apenas les liberta de las intemperies; que en ellas moran padres e hijos; que la desnudez está representada en toda su extensión, no podemos menos que fijar el pensamiento para indagar las causas de tan deplorable desdicha”. Y con mucha claridad agregaba: “Sí; la falta de propiedad trae consigo el abandono, trae la aversión a todo trabajo; porque el que no puede llamar suyo a lo que posee que en consecuencia no puede disponer […]; el que no puede consolarse de que al cerrar los ojos deja un establecimiento fijo a su amada familia, mira con tedio el lugar ajeno, que la indispensable necesidad le hace buscar para vivir… De aquí resulta que se contenta, si se dedica a algún cultivo, con que le satisfaga sus primeras necesidades; no trata de adelantar un paso, nada de mejoras, porque teme que el propietario se quede con ellas…”.
Y concluía: “Esto es muy sabido, como lo es que no ha habido quien piense en la felicidad del género humano que no haya traído a consideración la importancia de que todo hombre sea un propietario, para que se valga a sí mismo y a la sociedad: por eso se ha declamado tan altamente, a fin de que las propiedades no recaigan en pocas manos, y para evitar que sea infinito el número de no propietarios: esta ha sido materia de las meditaciones de los sabios economistas en todas las naciones ilustradas, y a cuyas reflexiones han atendido los gobiernos, conociendo que es uno de los fundamentos principales, sino el primero, de la felicidad de los estados”.
Es que da vergüenza que quienes defienden hoy la acumulación desmedida, ocultan la corrupción y el robo perpetrado durante los últimos cuatro años, celebran el endeudamiento fraudulento que condena hoy al pueblo argentino, naturalizan la fuga de capitales, y se hacen los distraídos con la forma mafiosa en que ejercieron el gobierno mediante espías y jueces comprados, se atrevan a hablar en nombre de Belgrano y de la Patria.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/273607-las-verdaderas-ideas-de-belgrano